Fernando Alonso regresa a casa, a Renault, a abrigar sus festejos con el calor de los brazos de Flavio Briatore, a recobrar la vitalidad, para buscar una sonrisa que apenas esbozó en la última carrera, en Brasil, tras comprobar cómo Lewis Hamilton, su compañero, perdía el título tras una sonrojante carrera. Alonso, que correrá las dos próximas temporadas con Renault ING, regresa para sentirse campeón. Y lo hará junto a otro novato, Nelsinho Piquet, hijo de Nelson Piquet también confirmado por la marca del rombo. Fernando percibirá 30 millones de dólares por cada una de ellas y tiene la posibilidad de rescindir al término de la primera si se dan ciertas condiciones.
Un año después de que estallase la noticia de su enamoramiento súbito por McLaren, el asturiano ha vuelto a palpar la realidad. El coqueteo con los británicos se quebró por culpa de terceros y Fernando se arregló con su gran amor, el que le dio todo cuando entró en esta tela de araña llamada Fórmula 1.
El despecho de Fernando incluso le puso entre la espada y la pared al saltar el escándalo de espionaje que salpicó a su equipo ante la FIA. El cisma dentro del box fue evidente. Dennis y Fernando se enfrentaron desde dos trincheras, pero el español se quedó solo. Y Briatore, astuto, tendió la mano cuando el piloto era lo único que necesitaba. Hubo otros pretendientes, como Toyota o Red Bull, pero sólo Renault negoció para ficharlo de verdad. Y, como reconoce el propio piloto, lo tuvo claro desde el inicio de las ofertas. "No era como comprar un pantalón", ironizó el asturiano, que demoró la buena nueva "porque hasta enero no podía entrenarme".
El anuncio de su fichaje no fue voceado públicamente con un comunicado general. Fue el propio Fernando el que emitió una escueta nota en su página web. Era mediodía, la hora del aperitivo. Pero el revuelo estaba organizado. Poco después, Renault alumbró en su sitio internauta la misma primicia, añadiendo el nombre de Nelsinho Piquet, hasta ahora probador. Y todas las agencias se hicieron eco de las únicas palabras trascendentes de la jornada deportiva.
Briatore apretó el gatillo en la persecución de Alonso. Expuso su nombre en el mercado, ejerció de Celestina y eso generó una vendetta personal con Ron Dennis, que se tomó la revancha denunciando a Renault por presunto espionaje industrial. Pero el desafío merecía un derroche. Esta actitud y el potencial de una fábrica que el asturiano conoce y que le permitió sumar dos títulos mundiales y 15 victorias quizás eran argumentos demasiado convincentes para no considerar la oferta francesa.
"Se sentirá cómodo desde el principio", dijo un entusiasmado Briatore nada más informar del suceso. El italiano se encargará de ello. Ya hizo lo mismo cuando Fernando se aupó a su monoplaza como probador en 2002. Las celebraciones de Fernando en Renault montaban una calentura especial y eran habituales las montoneras de todo el equipo cuando el español se encaramaba a la cima del podio. Ahora, el mánager hará lo imposible para que su ahijado recupere el trono perdido de la Fórmula 1.
El sacrificio de Renault para repescar a Alonso ha dejado en el camino dos víctimas con nombre y apellido. Heikki Kovalainen, que debutaba esta temporada (y que ahora suena como compañero de Hamilton en McLaren) y Giancarlo Fisichella han tenido que salir de la escudería por la puerta trasera. "Les deseo suerte en el futuro", despidió Flavio en su lacónico y cavernoso italiano. Pero la determinación de Briatore no deja resquicio a sentimentalismos cuando una idea le surca la cabeza. Tampoco su pasión se resintió cuando Alonso lo dejó compuesto para irse a McLaren.
Opinión personal: Por fin Fernando vuelve a casa, y ahora solo falta ver si tiene un coche competitivo.
Equipo del Coliseum
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